Los pacientes tienen un 60% o más de probabilidades de tener trastornos mentales o emocionales
La ansiedad y la depresión son dos de las muchas secuelas que provoca la COVID a quienes sufren la enfermedad de forma grave. Según un estudio publicado en «The British Medical Journal», estas personas tienen un 60% más de probabilidades de sufrir problemas mentales y emocionales persistentes un año después. Concretamente implica un 40% más de opciones de padecer depresión u otros trastornos relacionados con el estrés como la ansiedad.El uso de antidepresivos también se ha disparado. De hecho, la mitad de quienes superan un COVID grave recurren a ellos para aliviar sus síntomas. Las ventas de benzodiazepinas crecieron hasta un 65% para aliviar la ansiedad. La presidenta de la Asociación de Víctimas del COVID-19 https://avcovid19.org/, Ana Baschwitz, explica cuáles son los síntomas más frecuentes de los pacientes que solicitan ayuda profesional: “La tristeza, pereza por moverse y por hacer cualquier cosa que antes les parecía divertida, problemas a la hora de dormir o incluso cuando se despiertan se notan cansados, dolores de cabeza, también al estómago le vienen algunos síntomas, y un estado negativo ante la vida”, enumera.Asunción es una de las muchas personas que ha sufrido la mayoría de estos síntomas. Lo ha pasado muy mal tras contraer la COVID al inicio de la pandemia. Ahora tiene 74 años y se contagió durante la primera ola. Estuvo en casa con su marido, quien también enfermó, y llegó a estar muy grave. Pese a que al final superaron la enfermedad, la ansiedad les ha pasado factura: “Al principio estaba muy mal, me daban temblores, estaba muy nerviosa, no cogía la respiración bien a fondo. Ahora ya la medicación me ha hecho efecto y estoy bastante mejor”, cuenta Asunción.Sin ayuda especializadaA pesar de todo lo que ha pasado, Asunción nunca ha recibido terapia psicológica para combatir sus síntomas. Es un médico de traumatología, al que acude por otro problema en su hombro, el que la está siguiendo de cerca, comprobando que no hay nada raro en las pruebas realizadas y recetando la medicación. En su caso, el apoyo lo ha tenido en casa: “Mis hijas y mi marido me han arropado mucho y la familia igual. Me decían que no me preocupase, que iba a salir adelante y que esto pasaría. Así he ido pasando el tiempo y ahora estoy un poquito más tranquila”, relata.El perfil del paciente que acude a terapia tiene semejanzas y diferencias con la sintomatología de Asunción. Los casos que más secuelas dejan son también los más difíciles de reconducir como explica Joan Piñol, psicólogo y director de la Fundación Salud y Persona https://fundacionsaludypersona.org/: “Algunos pacientes que estuvieron ingresados en la UCI desarrollan un síndrome de sujeto pasivo por haber dependido totalmente de los médicos, de las enfermeras o las máquinas y que les genera dificultades en el sueño, dolor o falta de control”. https://fundacionsaludypersona.org/La duración del tratamiento depende de cada persona, pero incluso en casos graves las primeras mejorías llegan a las pocas semanas: “Lo que hacemos nosotros que es trabajar sobre la conducta y el pensamiento, pues estimamos que en torno a 5 o 7 sesiones es un tratamiento que está muy bien. Se puede hacer en 3 o 4 meses”, prosigue Joan.¿Desbordamiento de casos?El número de personas tratadas también ha crecido significativamente como explica Natalia Moreno, Coordinadora de Atención Psicológica Personalizada de HM Hospitales https://www.hmhospitales.com/: “Que ha habido un incremento en la asistencia psicológica sí que es cierto y el impacto del COVID es un fenómeno sobre el que aún debemos investigar más pero lo que está claro es que de los últimos meses para acá sí que se ha incrementado bastante el número de consultas a unidades de atención psicológica”, resalta.Con este contexto, ¿está demostrado que los que han pasado el COVID con mayores complicaciones son los más propensos a desarrollar secuelas psicológicas y problemas de salud mental?: “Podríamos decir que aquellas personas que lo han pasado y que lo han hecho con secuelas físicas más graves pueden llegar a desarrollar problemas psicopatológicos de mayor gravedad”, concluye Natalia.Por lo general, los pacientes tienen un 41% o más de probabilidades de tener trastornos del sueño y un 80% más de posibilidades de sufrir deterioros en el pensamiento que incluyen olvidos, confusión y falta de concentración lo que se conoce como “niebla mental”.

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